Cuenta una historia que cuando el día se marchó perdiéndose en el horizonte allá en donde el cielo se confunde con el mar, salieron las estrellas a jugar al patio del Palacio Celeste. Jugaban a formar figuras caprichosas, para reírse de unos pequeños seres que se maravillaban al verlas. Pero una joven estrella se burló tanto de estas criaturas, que despertó a Destino de su milenario sueño, haciendo que la libertad de que gozaban todos en el universo cayera completamente bajo el dominio de tal cruel dictador.
Desde entonces, el Padre de todas las Cosas castigó a la joven estrella, haciendo que trabajara por siempre para esos pequeños seres de los cuales se burló, iluminándoles sus vidas cada vez que el día se marchara perdiéndose en el horizonte, allá en donde el cielo se confunde con el mar.
Habia una vez en un hermoso y pequeño lugar, un pequeño ser que buscaba crecer, pero tenia un pequeñísimo problema: no sabia como.
Estaba perdido y no sabia que rumbo tomar, no sabia que direccion seguir. Cierta noche sin luna, contemplando el cielo, observó accidentalmente una hermosa estrella fugaz. Pudo contemplarla solamente un segundo, pero ese segundo fue suficiente para pedirle a la hermosa estrella fugaz que le mostrara el camino correcto.
Y desde entonces sigue la direccion que le indico la hermosa estrella fugaz, viviendo con la certeza que algun dia la podria alcanzarla y volverla a ver…
Cierta noche sin luna, encontré a la Luna llorando a la orilla de un río. Lleno de curiosidad le pregunte por que lloraba, y me contó la siguiente historia:
“Hace mucho tiempo, yo era muy feliz, pues estaba repleta de amor y de pasión. Estaba locamente enamorada del Sol, y el lo estaba de mi. Pero cierta vez, los celos me hicieron darme cuenta que el Sol no solo me iluminaba a mi con su resplandor, sino que también iluminaba a un centenar de estrellas más.
Desde entonces, loca de celos e vivido huyendo del Sol, a pesar que él pasa su vida buscandome, yo paso la mia tratando de no encontrarlo, pues los celos no me dejan estar tranquila a su lado, sabiendo que, aunque el quiera, no existe solo para mi.”
Y desde esa noche sin luna he sido testigo dia tras dia y noche tras noche de la más triste historia de amor, la historia del Sol y la Luna.
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